Julio Castro pertenece a una brillante generación de educadores uruguayos que fueron forjadores de verdadero pensamiento pedagógico nacional.
Nos enfrentamos a una personalidad polifacética: fue educador (maestro, director de escuela e inspector), fue periodista (columnista permanente del semanario Marcha), profesión que abrazó y ejerció como otra forma de docencia, y tuvo además una comprometida actividad como dirigente gremial.
Sin duda alguna, Julio Castro fue el precursor, a nivel nacional, de un pensamiento pedagógico de corte social, que situó a la Pedagogía en el escenario concreto de la sociedad y sus problemas. El análisis de las condiciones socioeconómicas y educativas de nuestra campaña, así como también de la realidad latinoamericana, fueron temáticas permanentes en su labor como docente y periodista.
Todo su pensamiento y su obra están atravesados por dos características: por un lado, un profundo humanismo realista; la realidad y particularmente la realidad socioeconómica y cultural fue siempre el punto de partida y de llegada de sus reflexiones.
Por otro lado, toda su obra está elaborada sobre la base de un lenguaje riguroso, comprometido y de permanente denuncia hacia las situaciones de opresión e injusticia.
Su nombre sigue siendo hasta hoy, sinónimo de la gran transformación operada en la educación rural nacional, etapa fermental de la educación uruguaya en la que se fue gestando desde la reflexión y la acción, una verdadera pedagogía nacional que pudo concretarse en propuestas educativas de avanzada.
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